Desprendimiento. Del suelo no pasas

A veces nuestra tierra emocional tiembla con fuerza y la vida se nos resquebraja, las piezas de nuestro paisaje íntimo se rompen o desaparecen. Entonces, en la conmoción de la pérdida, tratamos de sujetar los pilares rotos de ese mundo conocido, sostener los pedazos del hogar que nos dio cobijo. Evitamos caer públicamente. Creemos firmemente que podremos conseguirlo y seguir viviendo en ese frágil juego de equilibrios. Pero, ¿hasta cuándo? Qué difícil es decir: “sí, me duele”, para poder desprendernos y seguir viviendo.